Bernardita Ojeda Labourdette: «El cómic debe ser una alquimia entre guionista y dibujante, una mezcla perfecta».

Texto: Carlos Andueza Fotografías: Camilo Mendoza Edición: Vabra Vilches Ganga

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El departamento de la antropóloga y guionista de cómics Bernardita Ojeda Labourdette es, prácticamente, una biblioteca. Y se entiende la razón: Bernardita es una lectora voraz. Ha asegurado que lee dos libros al día, que su colección personal cuenta con más de tres mil ejemplares y que ha leído, hasta ahora, más de diez mil. Y sigue contando.

De día, Bernardita está encargada del área de Comunicaciones y Desarrollo Institucional del Museo Nacional de Historia Natural; pero de noche, se preocupa de que los continentales conozcan las tradiciones de Isla de Pascua escribiendo los guiones de la saga de novelas gráficas «Varua Rapa Nui«. De esta tetralogía ya se han publicado dos volúmenes: «El hundimiento de Hiva» (2012) y «Luces y sombras» (2013).

Cualquiera podría pensar que, por su prontuario de lectoría, Bernardita derivó en la escritura de manera natural, pero asegura que no fue así. En entrevista con Mesa Gráfica, la guionista cuenta cómo fue vivir su infancia en Isla de Pascua, explica el proceso creativo detrás de sus novelas gráficas y aclara una acusación de plagio. Además, analiza el oficio de guionista de cómics y confiesa cómo se sintió al recibir el premio al Mejor Cómic Chileno de 2012 en la FIC Santiago por su primera historieta. Sigue leyendo

Galería: Entrevista al dibujante de cómics Gonzalo Martínez

Gonzalo Martínez: “La historieta es parte de nuestra cultura y no nos damos cuenta”

Texto: Carlos Andueza Fotografías: Camilo Mendoza

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El dibujante de cómics Gonzalo Martínez es clave para entender el actual auge de la narrativa gráfica en Chile. De hecho, el guionista e investigador de la historieta chilena, Carlos Reyes, reconoce la novela gráfica “Road Story” (Alfaguara, 2007, escrita por Alberto Fuguet y dibujada por Martínez) como el puntapié inicial para el positivo momento que gozan las publicaciones del noveno arte en nuestro país. Además, en 2009, formó la Agrupación chilena de Narrativa Gráfica e Ilustración (NGI) junto al guionista Felipe Benavides y al colorista Kóte Carvajal; fueron tres años de trabajo enfocados en la profesionalización de los jóvenes narradores gráficos chilenos.

Actualmente Gonzalo Martínez está enfocado exclusivamente en su carrera como dibujante. Entre sus últimos trabajos figuran las novelas gráficas “The Time Travelling Tourist”, “The Darwin Faeris” y la mini serie “Ozopolis”, todas para Estados Unidos. En Chile, en tanto, su novela gráfica “Mocha Dick” (escrita por Francisco Ortega) ha sido un éxito de ventas y obtuvo el premio a la Mejor Portada de Cómic Chileno de 2012 en la pasada versión de la Feria Internacional del Cómic de Santiago.

Mesa Gráfica conversó con el historietista en su lugar de trabajo. Entre bocetos originales de los dibujantes Martín Cáceres, Alan Robinson, Ítalo Ahumada y Máximo Carvajal, repasamos su trayectoria: cómo llegó ser el destacado dibujante que es hoy y qué opina de todo lo que está ocurriendo en el medio chileno fueron algunos de los temas que comentamos y que podrán leer a continuación. Sigue leyendo

Opinión: Mi vida como guionista

Nuestro colaborador, el guionista Felipe Benavides, nos cuenta su experiencia personal siendo guionista de cómics en Chile, describiendo la relación que se forma con el dibujante y el editor y enumerando las distintas actividades que rodean el oficio de guionista.

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Ser guionista de narrativa gráfica es una tarea difícil; es como querer tener un hijo sin una pareja. ¿Por qué? Simple. Para hacer una obra de narrativa gráfica se necesitan, al menos, 2 personas: un guionista y un dibujante. Sé que algunos dirán que existen artistas “integrales”, pero aun ellos deben admitir que necesitan más personas para hacer sus publicaciones. Además de un dibujante, un rotulador, un editor, por sólo nombrar a algunos, porque escribir un guión no se trata sólo de contarle una historia al lector, como lo hacen los escritores en sus novelas. Esto va mas allá.

Les hablaré de mi experiencia laboral, no del cómo ni del porqué llegué a ser guionista. Cuando recién comencé a escribir guiones, las dificultades fueron evidentes (partiendo porque contaba malas historias): mi manera de narrar era muy “audiovisual”, me imaginaba planos y escenas que claramente eran para cine o animación, por lo tanto, tuve que empezar a minimizar las secuencias y llegar a lo que llamo el “cuadro absoluto”, esa escurridiza viñeta que resume toda una secuencia de acción; es como si varios minutos de proyección en una pantalla se redujeran a un sólo dibujo. Cuando logré dominar esta técnica (bueno, quizás todavía no la domino tanto) me di cuenta que me topaba con otro desafío: mis historias no estaban dirigidas sólo al público, mi primer objetivo no era relatarles los hechos a un lector, sino que el asunto era más complicado, porque para poder publicar necesitaba una “pareja”, un compañero que me ayudara en la aventura, mi propio Chewbacca, esa especie escurridiza y escasa: un dibujante de cómic. Sería él quien plasmaría mis ideas con tinta o bits.

Mi primera labor como guionista es contarle la historia a mi compinche, porque eso terminará siendo: el “partner” del cual dependerá si la aventura llega a buen puerto no. Entonces, se debe encantar al dibujante, ya que él es el primer filtro, el primer público al que le relataremos nuestra historia. Lograr una simbiosis con él es ideal, así es posible llevar a cabo el proyecto de mejor manera. Pero claro, no es tarea sencilla, porque uno no siempre sabe contar bien las historias, sea de manera oral o a la hora de plasmarlas en un guión técnico: cada uno tiene su propio ritmo, su propia manera de ver, sentir y relatar.

Yo doy gracias por trabajar directamente con los dibujantes, porque cada vez que lo hago la historia se enriquece. Ellos le ponen un filtro diferente, como si fueran el “Instagram” de mis guiones e hicieran que todo se viera mejor de como lo imaginaba. Para lograr este enriquecimiento he debido modificar mi forma de escribir, he evolucionado y cada vez soy más (y a la vez menos) detallista. Sé que mis historias deben tener bases sólidas, pero también sé que no puedo ser rígido: mientras más flexible sea el guion, mientras mejor se pueda adaptar a los cambios, la historia será mejor o, en mi caso, más entretenida. Esto tiene directa relación con la “modularidad”, es decir, la manera de tratar la historia en forma de módulos, por partes; pensarla de manera que pueda ser contada en diferentes formatos y longitudes. La misma historia debe ser adaptable para poder contarla en una o en cien páginas. Si logro eso es que voy por buen camino.

Pero después de todo eso, se debe encantar a otra persona: el editor. Que, como si fuera el suegro de la relación, a veces pide cosas que no queremos hacer o nos prohíbe algunas que morimos por experimentar, así que también debemos dejarlo contento a él. He trabajado con editores que me dan bastante libertad a la hora de crear, pero que velan por el producto final y la “modularidad” entra en acción. Por ejemplo, uno tiene una historia de 32 páginas, pero el editor dice que para publicarla debe tener tantas páginas más o tantas menos, por lo tanto, el guión DEBE ser flexible.

Durante años fui editor y pedí un montón de cosas que ahora me piden a mí que estoy 100% dedicado al guión y me siento un poco incómodo. Debo ir a lanzamientos, participar en eventos, dar charlas, firmar libros junto a otros colegas (con los que uno no tiene por qué llevarse bien) y así, un sinnúmero de actividades que están mucho mas allá de la escritura de un guión, pero que como autor debo asumir.

Como pueden ver, ser guionista es una gran aventura que está llena de obstáculos, pero también de satisfacciones.

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Ximena Rodríguez y Cristian Docolomansky: “Hay que estudiar el dibujo antes de entintarlo, porque entintar a la rápida es calcar”

Texto: Carlos Andueza Fotografías: Camilo Mendoza

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El entintado es uno de los procesos creativos que forman parte de la línea de producción de un cómic. De acuerdo con el libro “The art of comic book inking” (El arte del entintado en los cómics) de Gary Martin, “el principal objetivo del entintador es traducir las líneas de lápiz grafito hechas por el dibujante a líneas de tinta negra reproducibles”. Además, “el entintador determina la apariencia del arte final” de un cómic. A pesar de ello, el entintado es también uno de los oficios del noveno arte más ignorados y subvalorados de manera popular, muchas veces comparado injustamente con el acto de calcar.

En Mesa Gráfica quisimos saber un poco más acerca de este oficio y para eso conversamos con dos entintadores, la chilena Ximena Rodríguez (1986) y el español Cristian Docolomansky (1977). Ella ha colaborado en la novela gráfica “Lado B” (Arcano IV) de Alfredo Rodríguez, en el cómic español “Licarayen” y actualmente trabaja como dibujante y entintadora en el webcómic chileno “Era draconiana” de la editorial Mitómano Cómics. Él, por su parte, fue socio fundador y editor de Dos café y una mesa (blog dedicado a la narrativa gráfica) y ahora es entintador en el webcómic “El Viudo” de la editorial chilena Futuro Esplendor. Además, Cristian trabaja junto al cineasta Nicolás Lorca en un documental que busca registrar el positivo momento por el que pasa el noveno arte en el país. Como datos adicionales, les podemos decir que ambos son fanáticos del rock pesado y que, a continuación, nos ayudarán a derribar algunos mitos en torno al arte de entintar. Sigue leyendo

Marcela Trujillo: “Lo que me motivó a hacer cómics fue la interacción que se genera con las personas”

Texto: Carlos Andueza Fotografías: Camilo Mendoza

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Para poder acceder al taller de la artista chilena Marcela Trujillo primero hay que entrar a una tienda de electrónica. Una vez adentro, se debe doblar hacia la derecha y abrir una puerta de madera que conduce a una estrecha escalera de caracol. El ascenso deja atrás el ambiente masculino del negocio y da lugar a un encantador mundo femenino, de espacios amplios y colores fuertes.

Marcela se abre camino por entre cuadros gigantescos protagonizados por personajes extraños, y recibe a Mesa Gráfica vistiendo un overol, a pesar de las altas temperaturas de ese día de enero en el que se realizó esta entrevista. En ese momento, la pintora/comiquera estaba comenzando a trabajar en su exposición «Mineros sensibles«, una serie de acrílicos que actualmente se exhiben en la Sala de Arte de la Fundación Minera Escondida (Antofagasta).

Trujillo, una de las pioneras del cómic autobiográfico en Chile, se mueve a voluntad entre el mundo de las viñetas y el de la pintura. Se enamoró del noveno arte por la reacción que provocaban sus historias, pero confiesa que ahora tiene al cómic «castigado» por una gran decepción que sufrió el año pasado con una editorial nacional. Siempre honesta y risueña, la artista habla de sus años de formación, del porqué no soporta trabajar como ilustradora y de las relaciones de amistad que termina entablando con los alumnos de su taller. Sigue leyendo

Galería: Entrevista a Marcela Trujillo

Opinión: «Año sabático» de Vicente José

La ilustradora chilena Sol Díaz, autora de la novela gráfica «La hoja naranja«, quiso participar en nuestra sección de Opinión comentando «Año sabático». Se trata del primer libro de historietas del artista chileno Vicente José Cociña, que recopila 85 viñetas de su blog autobiográfico. Vicente, además de hacer cómics, es instructor de Tai-chi y un aficionado a la fotografía Polaroid. Ahora, dejamos que Sol nos ilumine con su opinión.

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«Apenas vi la portada de ‘Año sabático’, me encantó. Casi todas las portadas de las novela gráficas chilenas son oscuras y de temáticas densas. Pero éste libro tiene una portada muy distinta, con una personalidad propia. El dibujo se parece al de la PowerPaola; tienen una onda similar, encuentro yo.  Me acuerdo que eso me cautivó en primer lugar.

Yo no conocía al autor, y no me acuerdo quién, pero alguien me dijo que este libro no era muy bueno. Me extrañó ese comentario, pero quise entrar al blog primero y después ver si me lo compraba. Entré al blog del loco y me quedé pegada hasta no sé qué hora, leyendo una, dos, diez viñetas y me dije: ‘No, basta, no voy a leer más; prefiero seguir en el libro’. Así que me lo compré. Me gustaron mucho sus historias. De pronto habla de nada, pero es una nada muy cotidiana y muy bacán de ver. Además, el autor es muy sensible desde su punto de vista masculino. No se retrata como el tipo taquilla con mucha plata. No. Él confiesa que no tiene ni un peso. Retrata la relación que tiene con su mina y cómo se lleva con su papá. Es un autor sencillo, cariñoso y poco pretencioso, me gusta eso. Me encanta que sea honesto.

Y en cuanto a lo que no me gusta del libro… no sé. Creo que nada. Me gustó tanto que hasta fui a su lanzamiento y le pedí al tipo que me lo firmara».

Nombre: «Año sabático»
Autor: Vicente José Cociña
Editorial:Chancacazo
Año: 2012
Precio: $8.300
¿Dónde encontrarlo? Plop! Galería, Librería Ulises, Librería Común Literaria.
Pueden ver las primeras páginas de «Año sabático» en este enlace.

Opinión: ¿Cuál es la diferencia entre un ilustrador y un dibujante de cómics?

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Son oficios distintos, pero muchas veces se confunden. Para aclarar la diferencia, les presentamos esta columna escrita por el guionista chileno de cómics Felipe Benavides (autor de «Fumetsu» y «Clase B», entre otros).

Acá voy a hablar de una definición personal y muy particular de ambos, pensando siempre en la narrativa gráfica. Porque como todos sabemos, existen tantos tipos de ilustrador y dibujante como peces hay en el mar.

Es muy común que se suela confundir a uno con otro, sobre todo por parte de los medio de comunicación. Vemos una y otra vez como los periodistas  dicen “el ilustrador de tal o cual cómic , siendo que el termino adecuado es “dibujante”. ¿Por qué? Fácil. Y acá es donde vienen las definiciones.

EL ILUSTRADOR es la persona que se dedica a “ilustrar”, es decir, representar un concepto en forma gráfica, transformándolo en una imagen. Esto quiere decir que el ilustrador toma un concepto o situación particular y a partir de ella crea una imagen, que puede o no contar una historia, pero que es una imagen unitaria y sin secuencia.  Claro ejemplo de esto son los libros de cuentos que cuentan con imágenes representativas del texto.

Dentro de la narrativa gráfica  los ilustradores tienen un rol que no es menor: son los encargados de las portadas. Esto es importante porque la portada es lo primero que se ve del producto y es lo que lleva al cliente a hojear o no el libro (revista, cómic, etcétera).

El trabajo del ilustrador no es fácil, ya que en una sola imagen se debe representar lo que ocurre en el interior de dicho libro, de manera atractiva, no sobrecargada y comprensible.

EL DIBUJANTE es el creativo que, a través de una secuencia de imágenes, narra una historia o serie de acontecimientos. Su trabajo tampoco es fácil, porque la serie de imágenes debe tener ritmo. El ritmo es el que le da el tiempo de lectura a cada una de las viñetas, sean con o sin texto. Al poner mayor cantidad de detalles en cada viñeta (o al hacerla más grande), el lector estará más tiempo en la misma, lo que ralentizará el ritmo de lectura. Por el contrario, una secuencia de pequeñas viñetas con pocos detalles hace que la lectura vaya más rápida.

Existen contadas excepciones de personas que pueden ser ambas cosas. Pero incluso si le preguntan a ellos, se darán cuenta que los procesos para ilustrar y dibujar son totalmente diferentes, tanto desde el punto de vista creativo como del practico. Es diferente el sentarse a pensar una imagen que debe ocupar por completo esa temida “página en blanco”, que hacer lo mismo, pero pensando en la secuencia de viñetas que se deberá rellenar.

Así que, de ahora en adelante, cuando vean a alguien que hace narrativa gráfica, recuerden que es un “dibujante” y no un “ilustrador”.

¿Qué les pareció la columna de Felipe Benavides? ¿Están de acuerdo con las definiciones que plantea? Los invitamos a compartir sus propias opiniones en la sección de comentarios, a continuación.

Kóte Carvajal: “Lo que más me gusta de colorear es encontrar el tono correcto de una historia”

Texto: Carlos Andueza Fotografías: Camilo Mendoza

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Uno de los coloristas de la editorial IDW Publishing (ubicada en San Diego, California, Estados Unidos), vive en pleno centro de Santiago de Chile. Jose Luis «Kóte» Carvajal trabaja a distancia en lo que más le gusta: poniéndole color a los cómics. No es que exagere al hablar de ellos (aunque a veces, sí), sino que literalmente le añade la gama cromática necesaria para que las viñetas no se vean en blanco y negro. El trabajo de colorista es parte importante de la industria de la narrativa gráfica estadounidense, considerando que forma parte de una larga línea de producción.

El camino que recorrió Kóte para llegar a ser colorista fue largo, y los trabajos que desarrolló antes, variados. Uno de los más recientes, y por el que ganó cierta notoriedad a nivel mediático, fue ser co-fundador de la Agrupación chilena de Narrativa Gráfica e Ilustración, NGI, junto al dibujante Gonzalo Martínez y el guionista Felipe Benavides. Desde fines de 2009 y hasta mediados de 2012, NGI realizó variadas actividades en pos de mejorar las disciplinas de las que se ocupaba. Durante ese mismo periodo de tiempo, Kóte condujo el webshow «Sin oficio», en el que entrevistó a dibujantes, guionistas, editores, y a muchos otros actores del ámbito de la narrativa gráfica local. También, cada año desde 2008, el colorista produce y organiza el evento EIE (Encuentro de Ilustración y Emprendimiento), en la Universidad Santo Tomás. Y el próximo se realizará el 11 de mayo en la sede de Diseño de la mencionada casa de estudios.

Pero esa ha sido su faceta de productor. Desde 2008 está dedicado exclusivamente al coloreado de cómics, y en este ámbito nos centraremos en la siguiente entrevista. Gracias a Internet ha trabajado como colorista para Estados Unidos, Nueva Zelanda, el Reino Unido, y también Chile. «Mars Attacks», «Godzilla», «Argonauts», «Cabra Lesa» y «Chile en viñetas», se cuentan entre los títulos en los que ha colaborado. Kóte Carvajal recibió a Mesa Gráfica en su departamento, ubicado en un piso 27 y, mientras rezábamos en silencio para que no temblara mientras estábamos ahí, conversamos acerca de su oficio. Sigue leyendo